JOSÉ MINGUET MICÓ
EL ETERNO
PROBLEMA DEL SER Y EL HACER
A mí me gusta citar
frases, que trasmiten la esencia de la sabiduría acumulada, muchas veces
durante siglos y que definen verdades como puños. Una de ellas es: «nadie da lo
que no tiene». Se aplica normalmente a las cosas materiales pero en nuestro
caso yo creo que es válida para ser punto de arranque, incluso cuando se trata
del carisma de catequista.
Dentro y fuera de la
Iglesia, existe una mayor preocupación por el resultado y el fruto e incluso
por el número que por el ser de la actividad, la acción o el trabajo realizado.
Sólo cuando son
abiertamente negativos, salta la alarma y se pone en movimiento el análisis de
lo que puede haber pasado.
Y es que nos preocupa
más el hacer que el ser, cuando sabemos todos que si no se es, no se puede
obrar en consecuencia, porque nadie da lo que no tiene.
Cuando se ha tratado
de encontrar la identidad del catequista, ocupa más tiempo, páginas y se
teoriza más del hacer que del ser. Y es que, a veces, se parte de supuestos
falsos.
Presuponemos
demasiadas cosas a la hora de configurar este ministerio o servicio
catequético. Suponemos una madurez de fe, que no existe, entre otras cosas,
porque no se han dado los elementos necesarios y apropiados para poder crecer, aunque
hemos intentado hacerlo. Pero la verdad es que existe más voluntad que madurez.
Como suponemos una experiencia en la problemática de la conjunción fe y vida y
tampoco está a la altura que se debe tener para ser un educador.
Suponemos también,
aunque tal vez menos, una firmeza en las propias convicciones, básica para
poder trasmitirlas, ya que no disponemos de tiempo para conocer a fondo a las personas
en su entorno social, laboral, familiar y nos fiamos de la oferta de buena
voluntad.
Y esto se está
repitiendo durante mucho tiempo. Algo se ha avanzado, han nacido proyectos de
catecumenados serios como escuela de formación y educación en la fe, pero no
son para todos, salen con vocación minoritaria y con espíritu de grupo.
Como dato, es
positivo, pero no es lo que necesitamos para que, desde las comunidades
parroquiales, salgan catequistas maduros en los que se pueda presuponer todo lo
que un educador en la fe necesita en el mundo de hoy.
Nadie da lo que no
tiene y el catequista debe descubrir, dentro del campo de su carisma, lo que
tiene y si no le basta, recurrir a tenerlo, para poderlo dar luego en sus
comunicaciones y contactos con sus catecúmenos.
Sólo partiendo del
ser se puede programar, con efectividad asegurada, lo que desde el ser se puede
hacer en consecuencia de lo que se es. Por eso es importante que podamos
descubrir todo aquello que define el ser catequista como carisma, para intentar
que se sea, antes de que se obre.
Es verdad que para
esta tarea se requiere tiempo. Pero vale la pena.
Sólo quien es un
conocedor del misterio salvífico de Cristo, puede iniciar a otros en este
conocimiento, como sólo el que vive el Evangelio puede ofrecer un modo de entender
la vida según é\ Señor Jesús y enseñar a orar desde su propia
experiencia y Celebrar la palabra y los sacramentos, desde su vivencia comunitaria.
Ya sé que te puede
resultar complicado y que puedes llegar a pensar que no es para ti, porque no
tienes tiempo o porque no dispones de medios, no te preocupes, estamos hablando
del ser y no del hacer. Y el ser eres tú y lo que quieras ser, unidos en tu
propia realidad, potenciados por la llama a este carisma.
Si quieres ser
catequista, lo podrás conseguir, si eres llamado a ello, pero tendrás que
descubrir lo que se necesita para serlo y empezar ya, en serio, a intentar
conseguirlo.
Sólo el que tiene
puede dar, sólo quien es puede obrar en consecuencia de lo que es.
El momento actual de
la Iglesia presenta la gran ocasión, la oportunidad deseada por muchos, para
emprender la tarea conjunta en la comunidad cristiana de poner al catequista
ante la importancia de su «ser», descubriendo su espiritualidad, para poder
luego obrar en consecuencia. Si es necesario parar la actividad o dedicar un
poco de tiempo, creo que vale la pena. La Evangelización Nueva, el Catecismo,
nuestro catecismo, nos lo están pidiendo.
En esa línea estamos
y esperamos encontrar a mucha gente dispuesta a ello. Tú puedes ser uno de
ellos, de los que están de acuerdo en que nadie da lo que no tiene; de los que
quieren dar, sin presuponer nada, partiendo de dentro hacia fuera, quedando cada
día más lleno de Dios para poderlo comunicar a los demás, sobre todo a aquellos
que llegan y cada día su número será mayor, para que alguien les indique el
camino de la verdad y de la vida.
Aparquemos los falsos
presupuestos y entremos en la realidad, obrando en consecuencia.

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