domingo, 16 de agosto de 2020

LA ESPIRITUALIDAD DEL CATEQUISTA - 3


JOSÉ MINGUET MICÓ

 
EL ETERNO PROBLEMA DEL SER Y EL HACER


A mí me gusta citar frases, que trasmiten la esencia de la sabiduría acumulada, muchas veces durante siglos y que definen verdades como puños. Una de ellas es: «nadie da lo que no tiene». Se aplica normalmente a las cosas materiales pero en nuestro caso yo creo que es válida para ser punto de arranque, incluso cuando se trata del carisma de catequista.
Dentro y fuera de la Iglesia, existe una mayor preocupación por el resultado y el fruto e incluso por el número que por el ser de la actividad, la acción o el trabajo realizado.
Sólo cuando son abiertamente negativos, salta la alarma y se pone en movimiento el análisis de lo que puede haber pasado.
Y es que nos preocupa más el hacer que el ser, cuando sabemos todos que si no se es, no se puede obrar en consecuencia, porque nadie da lo que no tiene.
Cuando se ha tratado de encontrar la identidad del catequista, ocupa más tiempo, páginas y se teoriza más del hacer que del ser. Y es que, a veces, se parte de supuestos falsos.
Presuponemos demasiadas cosas a la hora de configurar este ministerio o servicio catequético. Suponemos una madurez de fe, que no existe, entre otras cosas, porque no se han dado los elementos necesarios y apropiados para poder crecer, aunque hemos intentado hacerlo. Pero la verdad es que existe más voluntad que madurez. Como suponemos una experiencia en la problemática de la conjunción fe y vida y tampoco está a la altura que se debe tener para ser un educador.
Suponemos también, aunque tal vez menos, una firmeza en las propias convicciones, básica para poder trasmitirlas, ya que no disponemos de tiempo para conocer a fondo a las personas en su entorno social, laboral, familiar y nos fiamos de la oferta de buena voluntad.
Y esto se está repitiendo durante mucho tiempo. Algo se ha avanzado, han nacido proyectos de catecumenados serios como escuela de formación y educación en la fe, pero no son para todos, salen con vocación minoritaria y con espíritu de grupo.
Como dato, es positivo, pero no es lo que necesitamos para que, desde las comunidades parroquiales, salgan catequistas maduros en los que se pueda presuponer todo lo que un educador en la fe necesita en el mundo de hoy.
Nadie da lo que no tiene y el catequista debe descubrir, dentro del campo de su carisma, lo que tiene y si no le basta, recurrir a tenerlo, para poderlo dar luego en sus comunicaciones y contactos con sus catecúmenos.
Sólo partiendo del ser se puede programar, con efectividad asegurada, lo que desde el ser se puede hacer en consecuencia de lo que se es. Por eso es importante que podamos descubrir todo aquello que define el ser catequista como carisma, para intentar que se sea, antes de que se obre.
Es verdad que para esta tarea se requiere tiempo. Pero vale la pena.
Sólo quien es un conocedor del misterio salvífico de Cristo, puede iniciar a otros en este conocimiento, como sólo el que vive el Evangelio puede ofrecer un modo de entender la vida según é\ Señor Jesús y enseñar a orar desde su propia experiencia y Celebrar la palabra y los sacramentos, desde su vivencia comunitaria.
Ya sé que te puede resultar complicado y que puedes llegar a pensar que no es para ti, porque no tienes tiempo o porque no dispones de medios, no te preocupes, estamos hablando del ser y no del hacer. Y el ser eres tú y lo que quieras ser, unidos en tu propia realidad, potenciados por la llama a este carisma.
Si quieres ser catequista, lo podrás conseguir, si eres llamado a ello, pero tendrás que descubrir lo que se necesita para serlo y empezar ya, en serio, a intentar conseguirlo.
Sólo el que tiene puede dar, sólo quien es puede obrar en consecuencia de lo que es.
El momento actual de la Iglesia presenta la gran ocasión, la oportunidad deseada por muchos, para emprender la tarea conjunta en la comunidad cristiana de poner al catequista ante la importancia de su «ser», descubriendo su espiritualidad, para poder luego obrar en consecuencia. Si es necesario parar la actividad o dedicar un poco de tiempo, creo que vale la pena. La Evangelización Nueva, el Catecismo, nuestro catecismo, nos lo están pidiendo.
En esa línea estamos y esperamos encontrar a mucha gente dispuesta a ello. Tú puedes ser uno de ellos, de los que están de acuerdo en que nadie da lo que no tiene; de los que quieren dar, sin presuponer nada, partiendo de dentro hacia fuera, quedando cada día más lleno de Dios para poderlo comunicar a los demás, sobre todo a aquellos que llegan y cada día su número será mayor, para que alguien les indique el camino de la verdad y de la vida.
Aparquemos los falsos presupuestos y entremos en la realidad, obrando en consecuencia.

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