Cuentos que acompañan
la meditación de los Misterios Gozosos
del Rosario
Primer Misterio GozosoEl Anuncio:
El ángel del Señor se
presenta a María para invitarla a ser la Madre del Señor.
La larga espera de la
humanidad culmina en un encuentro impensado.
No por velar toda la
noche el sol saldrá más temprano. Uno duerme sabiendo que no es la espera lo
que hace amanecer…
Jesús dijo: ‘El Reino
de los Cielos es como un hombre que echa la semilla en la tierra. Sea que
duerma o se levante, de noche o de día, la semilla germina y va creciendo, sin
que él sepa cómo…’
Más allá de lo que el
hombre pueda hacer por Dios está lo que Dios, indeclinablemente, desea hacer
por el hombre. De una manera u otra… Ya
sea que el hombre espere o esté durmiendo, a la hora de la aurora el Sol sale…
No son los méritos del
hombre los que hacen que Dios venga, pero si es meritorio el saber descubrir su
llegada y el no dejarlo pasar de largo. El saber recibirlo y albergarlo en el
corazón.
¡El esposo viene! Ya
sea que las vírgenes estén despiertas o no, ya sea que tengan la lámpara
encendida o no, ya sea que tengan la provisión del aceite necesario o no…
El Señor no viene
porque estemos despiertos sino que, porque viene, debemos velar…
Lo que anunciaron los
profetas desde antiguo… La venida de un Salvador… El día menos imaginado… Ante
la muchacha más humilde de un pequeño pueblo olvidado… Sin truenos ni platillos
ni fuegos de artificio… En el silencio y la soledad de una oración sencilla,
como en la suave brisa donde Elías descubrió a Dios… Se juega el destino de la
humanidad en un diálogo donde el sí del hombre en los labios de una Virgen es
fundamental para que Dios nos salve como lo ha hecho…
Como María nosotros
también podemos decir que sí. …Pero si
no hemos permitido que se llegue a nosotros, ¿cómo lo llevaremos a los demás?
Un
cuento:
‘Si bien no era tan
buen trabajador, Emilio, recibió de su patrón una carta anticipándole que
pasaría a pagarle, no sólo el salario anticipado del año, con vacaciones y
aguinaldos, sino una bonificación extra…
Emilio trabajaba lejos
de donde vivía su señor cuidando su campo y, para poder cobrar, debía ir al
pueblo a caballo y aguardar en la estación.
A las cinco de la mañana el tren hacía un alto para el descenso y
ascenso de pasajeros y continuaba su camino…
Como en otras oportunidades, su patrón se asomaría por la ventanilla y
le entregaría el sobre…
Pero, la noche
anterior, Emilio celebró por anticipado y se emborrachó… Cuando llegó a la
estación pudo ver el humo del Coche Motor que se desvanecía sobre el horizonte…
Preguntó a uno que estaba en el andén si ese era el tren de la 5 y el hombre
asintió preguntándole a su vez: ¿Es
usted don Emilio?
- Sí. Respondió
ansioso.
-Alguien desde una
ventanilla preguntó por usted
-¿Le dejó algo para mí?
- No… Pero hoy, al
mediodía, pasa otro Coche…
Podrían pasar todos los
trenes que se puedan imaginar, pero aquel, en el cual viajaba la paga, no…
Se dijo: ‘las
oportunidades son calvas’. Una vez que
pasan no se las puede traer hacia atrás tomándolas por los pelos.
Por eso, también se
dijo: ‘Temo al Señor que pasa’… ¿Entre
cuántas personas pasó Jesús en su vida terrena? ¿Cuántos fueron quienes lo
siguieron?
Recibir un don, como lo
hizo María, supone vigilancia.
Segundo Misterio GozosoLa visita:
María, ya embarazada
del Señor, se dirige a visitar a su prima Isabel.
Un
cuento:
Un gran señor pasó por
unas pobres tierras de hambre. Se
preguntó sobre cuánto cambiaría la suerte de aquellos lugareños si sembraran
esos campos. En ese momento se encontró
con lo que quedaba de un hombre que había perdido todo tipo de dignidades y
pensó lo bien que le vendría el trabajo. Lo llamó y le entregó una enorme bolsa
de semillas que sacó de su carruaje. Le
dijo: ‘Ellas te darán trabajo, enriquecerán tu campo y te alimentarán’.
Pasaron los meses y el
gran señor volvió a aquellos parajes. Se
sorprendió mucho al ver que todo estaba como anteriormente. A lo lejos divisó a un hombre que corría
hacia él. Lo reconoció de inmediato: era
a quien había dado las semillas.
Al llegar a él le
imploró:
-
Por
favor, ya no me queda más nada.
-
¿Qué
hiciste con lo que te di?
-
Pues…
¡Me lo comí!
-
Eres
un ignorante. Las semillas que yo doy no
son para comérselas sino para sembrarlas.
Es la única manera de no perderlas sino de multiplicarlas.
Así son los dones que
Dios nos da. Sólo los multiplicamos
cuando los brindamos generosamente. La
cultura y educación que hemos recibido si, humanamente tienen un mayor nivel que
la de otras personas, no es para que saquemos ventaja de los demás sino para
que nos brindemos con mayor generosidad.
Decimos que el hombre
debe ganar su pan, que hay dignidad en ello.
Y nos escudamos en esa verdad para perder nuestra dignidad de hermanos
porque no compartimos, con el necesitado, lo que tenemos. Hay más dignidad en brindar algo con quien no
puede retribuirnos que ganar lo propio con el propio esfuerzo, y quien recibe
sin haber trabajado no pierde tanto como aquel que puede amar y no lo hace con
gestos concretos.
María recibe la gracia
de ser Madre de Dios no para pavonearse por ello sino que, por ello, se hace
servidora de los demás. De inmediato se
pone en camino y se brinda a su prójimo, sabiendo que en su entrega se da el
dar al Verbo encarnado a sus hermanos.
Jesús enseñaba: El que
los recibe a ustedes es a mí a quien recibe, el que los rechaza a ustedes es a
mí a quien rechazan. Pero para que la
gente nos reciba o rechace debemos, primero, ofrecernos… entregarnos…
Tercer Misterio Gozoso:El Nacimiento:
El Verbo que se hizo
carne, nace en un humilde pesebre
Un
Cuento:
‘El hombre quiso crear
un mundo a su imagen y semejanza. Estaba
en su casa: cuatro paredes, un piso y un techo.
Y comenzó la tarea. Se trataba de
construir ‘su’ mundo. Fuera de él, nada importaba. Pintó el sol en el centro del cielo… del
cielorraso. Un sol majestuoso, que no
conocía el ocaso. Pintó aves en pleno
vuelo, pero que no iban a ningún lado. Verdes de todo tipo para crear montes,
huertos, selvas y yuyos sin espinos. Verdes que no respiraban, no crecían ni
alimentaban…
Y, ese sol, pobre
hombre, no alumbraba ni calentaba: dentro de su mundo se había condenado a
morir en oscuridad, a morir en soledad y frio’
Y, no importa cuán
amplias sean las paredes ni la calidad del pincel o la pintura. Algunos pintan con barro, otros con plata y
oro, pero el mundo entero es ignorado y reemplazado por pequeños mundos que
creamos, ya sean ranchos, casas, Templos o palacios.
Por eso, la ‘ira’ de
Jesús, al echar a los mercaderes del Templo, no es destructiva. A esos hombres no los aleja de Dios, sino que
los libera de su pequeño encierro.
Y a sus discípulos,
cuando al buscarlo buscaban una casa, colegio o convento, no los lleva a un
edificio sino que les muestra el universo entero. ‘¿Dónde vives, Maestro?’;
‘Ven y verás’. El firmamento es el techo; la tierra, mi suelo; el hombre,
cualquier hombre, mi familia; la vida, toda la vida, con las cosas que llamamos
buenas o malas, son mi libro en el cual aprendo… Son las cosas que yo enseño…
Por eso, Jesús nació en
las afueras del poblado, porque un pueblo puede ser una gran casa pintada por
muchos, donde cada ‘yo’ es el centro. No
hay lugar para Dios, en un lugar de encierro.
El poblado, un pequeño universo creado, tan ficticio como un sol pintado
en el techo. Sistemas sociales
engañosos, mundos falsos donde no hay sitio para el Nacimiento.
¿Quiénes descubren a
ese Dios, naciendo en el centro del universo? Aquellos que no tienen techo
propio. Pastores y ángeles que no
conocen del encierro… Magos que ven la estrella, porque salieron de sus casas
para mirar el cielo.
Cuarto
Misterio GozosoLa
Presentación:
María y
José llevan al Niño Jesús al Templo para presentarlo al Señor, conforme a la
Ley.
La siembra es un acto
puntual, pero tiene sus consecuencias a lo largo del tiempo. Nadie que haya sembrado
espinos debería sentirse sorprendido por el resultado. Como se dijo: ‘se cosecha lo que se cultiva’,
y de manera multiplicada.
Si siembras sonrisas
recogerás felicidad, si siembras vientos, tempestades.
Cuando la Virgen María
fue al Templo para su purificación litúrgica y presentar a su Hijo, estaba
haciendo algo más que cumplir con la Ley.
No se trataba de un simple acto puntual sino de una acción que conllevaría
consecuencias. Cosechando de su ‘Sí’ en
la anunciación, estaba sembrando para hacer su colecta a lo largo de la vida: en la presentación en el
Templo y al pié de la cruz. Y, desde
allí, renovar su entrega para cosechar en la Bienaventuranza eterna…
Simeón, cuando la vio,
alabó a Dios y profetizó sobre ese niño diciendo que sería un signo de
contradicción y a Ella le anticipó que una espada atravesaría su corazón. El anciano vio lo que aquella mujer
cultivaba. Presintió saber cuál era aquella Semilla… Conocía el terreno donde
se realizaba aquella siembra… Vio, anticipadamente, el fruto de todo aquello.
La vio a María, de alguna manera, al pie de la cruz, entregando nuevamente a su
Hijo al Padre Eterno… Una nueva siembra, la que daría por cosecha el gozo de la
Resurrección.
Presentar la vida a
Dios tiene sus efectos. Pero si se trata de algo puntual como, simplemente,
cumplir con la Ley, pasa lo peor que pudiera pasar… ¡No pasa nada!
Ir a Misa y volver con
la semilla de nuestra vida en una mano que no se supo abrir, es perderse la
oportunidad de la entrega… Una entrega que hubiera fructificado en los campos
de Dios.
Un
cuento:
Margarita se había
casado muy joven y, con su pareja, habían decidido no tener hijos por un largo
tiempo. Los dos trabajaban y los dos querían concluir sus estudios
universitarios. Pero no se sabe qué: la
vida, el destino, la falta de cuidado, la fatalidad o, el mismo Dios, le había
realizado lo que ella consideró ‘una mala jugada’. Después de un atraso de dos períodos,
análisis previos, concluyó que estaba embarazada.
Compartiendo su
angustia recibió toda clase de consejos: Amigas que le dijeron que aborte. Su marido que respetaría la decisión que ella
tomara, pero su padre… ¡Qué diría su padre! ¡Siempre tan recto! Ella necesitaba saber su opinión. La experiencia le demostró que casi nunca se
equivocaba en sus consejos…
Ernesto, papá de
Margarita, le dijo:
Cuando te casaste
creíste en el amor y por amor te jugaste.
Supiste que estar enamorada no es un pasatiempo sino que tiene sus
efectos… consecuencias se prolongan en el tiempo. Lo mismo sucedió cuando le
dijiste ‘sí’ al amor que los unió en un momento de pasión. Aquella entrega tuvo, también sus secuelas… Consecuencias que vienen de un acto de amor,
nunca pueden ser malas.
Tendrás que olvidar tu
yo, porque ahora tienes que pensar en otro más.
Asúmelo como el abandonar los propios planes para asumir los que Dios
está presentándote. Verás que el Señor
no te anulará, sino que multiplicará tu bienestar y, algún día, porque eres muy
joven, podrás concluir tu carrera si es que más adelante aún sigues pensando en
ello pero, de lo contrario, te garantizo, te realizarás como madre y tu
felicidad penderá de ello.
La muchacha le preguntó
con cierto fastidio: ‘Y vos, ¿qué sabes de eso?’
Nunca te conté… Pero
hubo un tiempo en que quise ser ingeniero. Entonces el amor llamó a mi puerta y
conocí a tu madre. Antes que lo
pensáramos apareciste tú y, sobre todo en aquella época, corrimos a
casarnos.
No podía mantener una
familia y estudiar, así que seguí siendo carpintero, como mi padre. Nunca renegué de mi suerte. Mi trabajo, a partir de aquel momento,
cambió. Cada madera que corto, cada
clavo que martillo, llevan el nombre de tu madre y el tuyo. Lo que hago es consecuencia del amor, y lo
que viene del amor, como te dije, nunca puede ser malo.
Quinto Misterio GozosoEl Reencuentro:
Jesús es perdido por
José y María, que regresan al Templo en su búsqueda.
¡Cuántas veces se nos
ha perdido el Señor! O, mejor dicho: ¡Cuántas veces nos hemos perdido nosotros
de Él!
El hombre desorientado,
perdido de sí mismo, errante… No sabe en qué momento se quedó lejos de
Jesús. ¿Dónde volverlo a encontrar? Tal vez sería bueno regresar al Templo… Volver
a Dios…
Porque queremos
encontrar a Dios entre nuestras cosas.
Queremos que Él se movilice y se manifieste en medio de nuestras necesidades
y trabajos. La noticia que doy es que la
religión no consiste en que nosotros traigamos a Dios a nuestro mundo para
recortarlo acorde a nuestras cosas y menesteres. No somos nosotros quienes debemos hacer de
Dios, un dios mutilado a nuestra imagen y conveniencia… Es Dios quien viene a
buscar, es quien que llama y espera…
¿Dónde está Jesús? Dedicándose a las cosas de su Padre. Él nos invita a volver a la casa del Padre
para elevarnos a Su Imagen y Semejanza…
Aunque a aquel Niño
Jesús, no lo vimos el resto de su vida viviendo en el edificio de un
Templo. Él continuó toda su existencia
terrena dedicándose a las cosas de Dios, no necesariamente acobijado por una construcción
material, pero sí en el Templo…
Al Niño lo encontraron
en Jerusalén, pero no estaba sólo, sino conversando con los ancianos:
preguntando y enseñando. El Señor enseña
que es el ‘prójimo’, el lugar de encuentro con Dios…
A Jesús se lo encuentra
en el Templo de Dios, la Iglesia peregrina. Se lo encuentra en medio de su propio
pueblo. En el hermano, morada del
Espíritu, hecho a imagen del Señor del Cielo. El prójimo, es el Templo… Él es
el lugar del reencuentro. De alguna manera, anticipo del Cielo.
Aunque, a Jesús,
también se lo encuentra orando en soledad.
El edificio del Templo no es malo, nos prepara para los otros
encuentros. Pero si nos dejamos encerrar
en él, si limitamos nuestra vida religiosa a aislarnos de los demás usando de
la religión como pretexto para resguardar nuestros ‘egos’, estaremos más cerca
de los fariseos que del Dios del Evangelio.
Un
cuento:
‘Cuando Pepe llegó a su
casa, se dio con que había extraviado su billetera. Ahí tenía todo el salario de su trabajo. Por eso revolvió cada pieza, cada rincón, en
cada alacena y debajo de camas y mesas.
Llegó Manuel a visitarlo y Pepe le dijo:
-
‘Amigo,
ayúdame a buscar. ¡He perdido todo mi
dinero! Hoy lo he cobrado en mi trabajo
y no le encuentro’
-
¿No
buscaste en tu oficina, o miraste por el camino que tomaste de regreso?
-
¡Es
muy incómodo! ¡No me fastidies! Estoy todo el día queriendo volver a casa.
¡Ahora que estoy aquí no voy a volverme! ¡Aquí seguiré buscando!’
Por comodidad… ¿No
buscamos a Dios en el lugar equivocado?
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