Cuentos que acompañan
la meditación de los Misterios Dolorosos del Rosario
Primer
Misterio Doloroso:
La
Oración de Jesús en el Huerto de los Olivos:
Jesús sabe el duro
camino que le falta por recorrer. Es el
que conduce a la cruz. Se siente
abandonado por los suyos y experimenta el silencio del Padre ante quien clama:
‘Hágase tu Voluntad’
Cuántas personas
experimentan a diario lo que Jesús experimentó en el Huerto de los Olivos. El hombre camina en medio de multitudes sin
que nadie sepa ni se compadezca de su dolor.
El Señor rodeado de sus
apóstoles se sentía sólo y, el hombre tiene que hacer frente a sus angustias en
total soledad…
Son esos momentos en
que uno implora al Cielo y el Padre pareciera estar mudo. Las palabras del hombre no encuentran eco y
parecieran navegar en la inmensidad de la nada.
Son los momentos de la
prueba. La calma que precede a la tempestad, porque después del silencio,
cuando terminamos nuestra oración abandonándonos en las Manos de Dios
diciéndole ‘¡hágase tu Voluntad!’, Él responderá. Al Hijo le dio fuerzas para llegar al final
de la prueba: la muerte en la Cruz, y lo premió con la dicha de la
Resurrección. Después del silencio de
Dios, si perseveramos, nos llegará una tempestad de su Amor, de sus Palabras y
Caricias.
Un
Cuento:
Un joven debía
presentarse para rendir una materia en la que había reprobado varias
veces. Era la última que debía superar
para acceder al título universitario. Pero parecía que el profesor se las había
agarrado contra él. Durante un mes
entero estuvo estudiando más de 10 horas por día y, hasta de noche, soñaba que
estaba dando examen.
Llegó el día previo y
habló con su madre diciéndole que no se presentaría. La mujer le preguntó por qué, si lo había
visto estudiar con esmero durante tanto tiempo.
Su hijo le dijo que no soportaría fracasar nuevamente.
La madre le dijo: ‘Un
pequeño ser sufría la angustia del encierro y la soledad, pero más sufría
pensando que un día debía abandonar aquella situación, porque lo que venía era
incierto. A medida que pasaba el tiempo, las paredes de aquel recinto se iban
achicando más y más. Cada vez se sentía
más encerrado, más incómodo, más angustiado y solo. Debió, un día, derribar las paredes de aquel
mundo que lo asfixiaba. Así fue como se
rompió un cascarón y nació un pequeño pajarito que conoció un mundo como casa y
descubrió a muchos otros, sus hermanos, que un día volarían con él.’
El joven derribó la
muralla de sus miedos y aprobó el examen.
Aquel Profesor que parecía que se le había puesto en contra fue quien le
enseñó una materia que nunca más olvidaría: ‘Perseverar en la prueba para
alcanzar la victoria’.
Segundo
Misterio Doloroso:
La
Flagelación de Jesús:
Jesús es atado y
castigado injustamente a fuerza de latigazos.
Muchas veces creemos
tener soluciones para problemas y que, por el contrario, agravan mucho más el
problema que queremos resolver. Tenemos
discursos que tienen que ver con la vida de los demás. Creemos que sabemos qué tienen que hacer los
otros para resolver sus problemas, pero no nos involucramos para ayudar sino
que de lejos, criticando sin conocimiento ni sentimientos, agregamos más mal al
mal.
Como quien dice al
tímido: ‘¡Sos tímido!’, ‘¡Tenés que relacionarte más y no lo haces!’ y lo único
que consigue con ello es seguir remachando el clavo que cuesta sacar. Quien es ‘tímido’ lo sabe y no necesita de
nadie que siga grabando con su navaja, sobre la herida, el título: ‘¡Aquí hay
una llaga’, en vez de sanarla. Es como
querer apagar fuego con aguarrás… En el color se parece mucho al agua, pero no
lo es…
Un
Cuento:
Un hombre estaba en el
Templo rezando los misterios dolorosos… Más precisamente el misterio de ‘La
Flagelación de Jesús’.
En ese momento se le
acercó la sacristana que estaba preparando el altar para la Misa y le pidió si
no tenía con qué encender fuego para prender los cirios. Él la miró con fastidio y le dijo: ‘¿Tengo
cara de fumador? ¿No ves que acabás de interrumpir mi oración? ¡Cómo puede ser
que seas siempre tan improvisada! ¿No
sabías de antemano que tenías que encender los cirios? ¡Cómo no fuiste primero por
los fósforos!’… Y así siguió su discurso por un tiempo, hasta que la sacristana
agachó la cabeza y se fue sin decir nada.
El hombre había perdido
la cuenta de en qué Ave María había quedado y comenzó de nuevo: ‘En el segundo
misterio contemplamos ‘La Flagelación de Jesús’’. Al instante ingresó un mendigo y se le acercó
a pedirle una moneda. El hombre se enojó
y le dijo: ‘¡Trabajo todo el día para ganar mi pan! ¡Tengo tan sólo un pequeño tiempo libre que
quiero dedicar a la oración y tú me interrumpes! ¿Por qué no le pides a Dios que te ayude a
encontrar trabajo así dejas de quitarle plata a la gente honrada?’...Y el
mendigo se marchó avergonzado…
Y cuántas veces más: ‘En
el segundo misterio contemplamos ‘La Flagelación de Jesús’’, y que vino un
amigo a saludar, un turista a preguntar, un perro que se le cruzó y un niño
buscando al perro. Todos salieron de su
lado con palabras despiadadas, rostros sombríos y corazones doloridos… Hasta el mismo perro, con una patada en el
trasero.
El hombre se dispuso a
retomar el rosario cuando sintió que, desde atrás, tocaban su hombro con un
dedo. Se volteó enfurecido pero su
rostro se ablandó cuando lo vio al mismo Señor que le dijo: ‘Por favor, en vez
de rezar, haz otra cosa. ¡Ya me cansé de que me flageles!’
Este misterio nos tiene
que ayudar a pensar cómo aliviar el sufrimiento del Señor, en el cuero del
prójimo flagelado.
Tercer
Misterio:
La
Coronación de espinas Doloroso:
En son de burlas se le
llama y trata como a rey. Se le corona,
pero con espinas, a la vez que le saludaban diciendo: ¡Salud, rey de los
judíos!
Un
Cuento:
‘Así como cuando llega la
noche, al apagar la luz, desaparecen los límites de nuestra habitación y uno
pierde idea de la magnitud de nuestro cuarto, así también, a la noche, aparecen
multiplicados los dolores del cuerpo y del alma. Perdemos las verdaderas dimensiones de
nuestros problemas.
Juan daba vueltas en su
cama sin poder dormir. Los pensamientos
hacían zapping en su mente llevándolo de un problema a otro. Cada dificultad
era una espina clavada en su cabeza y todas juntas, una corona entretejida.
Por la mañana tenía que
entrevistarse con un empleado de mal carácter para reprenderlo por su mal
desempeño. Luego tenía que ir urgente al
Banco a cubrir una cuenta con dinero que no tenía. Luego tendría que salir a visitar a un
cliente que hacía tiempo que le debía dinero y no podía cobrar. Por otro lado,
su mujer tenía que retirar unos análisis del laboratorio que dirían qué tipo de
enfermedad la aquejaba…
Por la mañana, al
llegar a su comercio, a penas abrió las puertas estacionó en frente un
auto. Era aquel cliente que se acercó a
disculparse por la demora y le pagó la cuenta que le debía. Antes de que se pudiera acomodar para llamar
al empleado díscolo, éste apareció y le pidió conversar. En la conversación le dijo que un compañero
lo llamó a la reflexión. Le confesó: ‘Pretendía que usted me despidiera e
indemnizara. Fui tan burro que no me
daba cuenta lo mucho que le debía agradecer por mi trabajo. Le pido perdón y que me deje trabajar por un
mes, una hora más, sin cargo’. Juan le
contestó: ‘En realidad no hace falta trabajar más sino mejor…’. Luego tomó el dinero que había cobrado y
envió a su empleado a cubrir el Banco.
Estaba en eso cuando sonó el teléfono. Era su esposa: ‘¡Todo está bien!’
Juan pensó: ¡Todo se ve
más claro bajo la luz del sol!’
La coronación de espinas
hace parte de aquella larga noche oscura por la que atravesó el Señor. Algo
puntual. Un evento temporal… El dolor es real, pero pasajero… Hoy, el Señor,
goza de la coronación gloriosa de Cristo Rey, el Unigénito amado por el Padre.
Veamos nuestros dolores
y preocupaciones a la luz de la Gloria de Dios en la eternidad pensando: ‘Todo
esto, algún día, sólo será una anécdota.’
La Madre Teresa de
Calcuta: ‘Sufrir pasa; haber sufrido no pasa nunca’. Por eso el Señor, en su cuerpo glorificado,
lleva las llagas.
La confianza y el amor
entregado, a pesar del sufrimiento, nos acompañarán, incluso hasta después del
sufrimiento, para siempre.
Cuarto
Misterio Doloroso:
El
Camino al Calvario:
Jesús recorre el camino
que conduce a su crucifixión, con la cruz a cuestas.
Hay caminos que nunca
quisiéramos transitar pero que tampoco podemos esquivar. El camino al trabajo de quien es explotado o
maltratado. El camino al colegio del niño víctima del bulling. El camino del
expatriado, alejándose de su hogar. El camino del joven que debe rendir una
materia difícil…
Tomás de Kempis decía
que la serenidad no consistía en evitar las tormentas sino de tener paz en
medio de ellas. La vida cristiana no
consiste en vivir sin dificultades sino en tomar la cruz de cada día y seguir
al Maestro. En esto Jesús no nos estafó
sino que fue claro: Así como predijo su rechazo y muerte, anunció a sus
seguidores la persecución y el martirio…
Muchas veces se
presentan comerciantes de la fe vendiendo a un Jesús que promete bienestar y
confort. Acomodan el Evangelio para que se parezca a eso que venden, pero
mienten. El Señor dijo: si alguien quiere venir en pos de mí que tome su cruz
de cada día y me siga.
Pero existe la
contracara de esta realidad. Tomar la
cruz consiste en llevar un trono, desde el cual se nos coronará de gloria en la
resurrección. La cruz, no inventada,
sino la que la vida nos pone en el camino, debe ser asumida en el amor para que
ella sea la semilla de la bienaventuranza futura. De ahí que son bienaventurados los pobres,
los que lloran, los que sufren injusticia…
Un
Cuento:
Una madre acariciaba y
contemplaba su embarazo a la vez que hablaba con aquel niño que muy pronto se
asomaría al mundo.
“Hijo mío, ¡no temas!,
ya llega la hora.
Sabrás que el lugar que
ocupas ya no es apropiado para ti, ya es un mundo que te queda chico y te hace
sufrir. Te espera un mundo mejor pero
tendrás que atravesar un canal de dolor.
Harás un camino de
padecimiento y yo sufriré contigo. Te
sentirás sólo, pero yo estoy contigo.
En poco estarás en mis
brazos, te colmaré de besos y te alimentaré”
La mujer sitió ‘una
patadita’ como diciendo: “Aquí estoy mamá, quiero nacer. No importa el dolor, lo que sí importa es que
quiero abrir los ojos para ver tu rostro”
Quinto
Misterio Doloroso:
La
muerte de Jesús en la Cruz:
Jesús, desde la cruz,
nos entrega a su Madre. Luego nos entrega su Espíritu. De su costado brotan el agua y la
sangre… Muere Jesús… Nace la Iglesia:
‘El Cristo Total’
Hay quien dice: ¡Quién
puede creer que un Dios infinitamente grande nazca en un niño! Pero, ¿sería
Todopoderoso si no pudiera hacerlo? El
mismo cuestionamiento sobre ¿Puede un Dios Eterno morir? Sin embargo, Cristo murió. Por amor, Dios, hizo lo que la mente humana
no puede imaginar ni razonar. Por eso
dice San Pablo que la cruz es locura para el pagano y escándalo para el judío.
Es tan difícil de
comprender que Jesús muere, casi, en un acto de soledad. Los discípulos se han ido salvo Juan, la
Virgen y otras mujeres que compartieron la valentía de seguir creyendo y
esperando aunque no vislumbraban del todo lo que vendría.
Un
Cuento:
María había recogido un
gusanito y lo eligió como mascota. En
una pecera vacía, recuerdo de unos pececitos que tuvo cierta vez, le preparó el
hábitat donde colocó un cartel: ‘La Casa del Gusanito’. Ya le había puesto el nombre de Ruperto y
conversaba con él.
Un día en que regresaba
de la escuela, como todos los días, saludó a su madre y se fue a su cuarto.
¡Qué desesperación! ¡Ruperto había desaparecido! Lo buscó por todos lados llamándolo ¿Cómo se
habría salido?
La mamá que escuchó el
escándalo fue a ver qué pasaba. Cuando
se enteró llevó a la niña hasta la casa del gusanito y le señaló con el dedo
algo muy raro. Le dijo ‘¿Ves eso que está allí? Se llama capullo. Ahí dentro está Ruperto’.
‘¿Qué hace ahí adentro?
¿Acaso está muerto en un cajoncito como el abuelo?’ – preguntó la niña.
La mamá sonrió y le
dijo: ‘Ruperto no está muerto sino que se está transformando en una
mariposa. Podemos decir que está
muriendo como gusano pero resucitando como mariposa. El abuelo tampoco está dentro del cajón, ahí
está su cuerpo que dejó porque estaba muy viejito pero él también renació a
otro forma de vida mejor. Ahora está con Jesús’.
La niña sonrió y cambió
el cartel de la casa. Le dijo a su mamá: ‘¡Esto le va a gustar a Ruperto!’.
Había escrito: ‘La Casa de la Mariposa’.
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